Una crisis hídrica sin precedentes por ausencia de lluvias y la falta de planificación e inversiones del gobierno de centroderecha del presidente Lacalle Pou tiene en vilo a los uruguayos, que pueden quedarse sin agua potable en la primera semana de julio, en una situación que disparó el consumo del agua embotellada y también su precio, y afectó la industria alimenticia y de elaboración de refrescos.
La represa de Paso Severino, de donde se extrae el agua dulce para potabilizar y proveer de su consumo a 60% de la población uruguaya (Montevideo y área metropolitana), llegó hoy a su mínimo histórico y sus reservas llegan a 3,5 millones de metros cúbicos.
En la canilla, el agua sabe salada y no es solo por el paladar de los uruguayos. Los estudios del Ministerio de Salud Pública y de la Intendencia de Montevideo confirman los aumentos considerables de sodio y cloruro en el agua, muy por encima de los valores permitidos. Una última resolución de las autoridades sanitarias habilitó a agregarle al agua el máximo de trihalometanos posibles. El incremento de este último parámetro es para poder utilizar más cloro para mantener el agua apta, desinfectada y libre de microorganismos.