A pesar de no contar con la aprobación de la Casa Rosada, el Gobierno ucraniano ha decidido en las últimas semanas llevar a cabo una serie de ataques aéreos en territorio ruso, dañando importante infraestructura y destruyendo material bélico.
Ucrania intensifica su ofensiva en la guerra de drones, logrando destruir seis cazabombarderos rusos en un aeródromo ubicado en la región de Rostov.
Este ataque, denominado como una «operación especial» conjunta entre el servicio de seguridad ucraniano y el ejército, demuestra un avance significativo en las tácticas de guerra empleadas por Kiev. Funcionarios de Defensa de Moscú reportaron que más de 50 aviones no tripulados fueron disparados sobre la frontera rusa, marcando uno de los asaltos aéreos más importantes durante el conflicto.
El Ministerio de Defensa del Kremlin confirmó la interceptación y destrucción de 44 drones en el distrito de Morozovsky, causando también daños en una subestación eléctrica según el gobernador de Rostov, Vasily Golubev. Aunque se presume que el aeródromo militar cercano a la ciudad de Morozovsk fue el objetivo, la información al respecto aún no está completamente clara.
Por su parte, Ucrania alega haber causado daños severos a ocho aeronaves adicionales además de los seis cazabombarderos destruidos, en un bombardeo nocturno contra la base aérea en Rostov del Don. Esta región, limítrofe con Ucrania, alberga el cuartel general de las tropas rusas involucradas en el conflicto, lanzado por Moscú en febrero de 2022.
El conflicto entre Ucrania y Rusia, en su tercer año, ha evolucionado hacia una guerra de drones, donde ambos bandos buscan aprovechar la tecnología para neutralizar el material militar enemigo. Esta escalada ha llevado a acusaciones mutuas de ataques con drones sobre infraestructura estratégica, evidenciando la importancia crucial de esta forma de combate en el conflicto actual.
